lunes, 24 de agosto de 2009

El hombre que vivía en las nubes

Cierto dia salí a caminar un poco por que había estado lloviendo por la tarde y quise sentir el fresco que queda después de la lluvia, quién diría que iba a conocer a una de las personas más interesantes en el mundo.

Caminando por las calles solitarias de la ciudad me encontré con un hombre aferrado a la banca de un parque, fue tal mi curiosidad que me acerqué a preguntar por qué razón estaba allí, al llegar hacia él esto fue lo que me dijo:

-Muy buenas noches tenga mi estimado amigo, le gustaría sentarse a hablar un momento conmigo?

-Quedé un poco extrañado por el comportamiento de aquel extraño que se aferraba a aquella banca, pero al final accedí a sentarme con él, en cierta forma me recordaba a un compañero de bachillerato que solía abrazar a los mesabancos como si fueran mujeres, tal vez esa fue la razón por la que decidí sentarme con aquel hombre.

-buenas noches -le dije -que le trae por estos lugares a estas horas?

-la lluvia -dijo mientras sonreía, su sonrisa me recordaba a aquella que tienen mis hijos la mañana de navidad - tengo aquí sentado varias horas esperando a que alguien se acerque a platicar conmigo, sabe, tengo varios meses que no hablo con otro ser humano, a veces platico con las aves o conmigo mismo, pero pocas oportunidades tengo de hablar con otro ser humano -esta confesión se me hizo un poco triste, qué tipo de vida tan solitaria debe llevar este individuo que no tiene contacto con otros hombres

- y cuál es la razón por la que no tiene oportunidad de charlar con alguien más?- le pregunté

-le explicaré -me dijo -lo que pasa es que yo vivo en las nubes -confieso que no pude evitar desalinear mis cejas ante este comentario, al ver esto el hombre se apresuró a decir -mire, lo que pasa que nací con un desorden celular único en este mundo, por lo cual mi densidad es igual a la del aire que respiramos, por eso es por lo que vivo en las nubes.

-Debo admitir que en ese mismo instante pensé en levantarme de ahí y seguir mi camino, pero por algún motivo no lo hice y decidí seguirle el juego

- así es que usted vive en las nubes eh? Y que es lo que hace aquí ahora mismo? Por que no está volando por los cielos? Si yo fuera usted lo haría, que no es el sueño de todo hombre volar por los cielos? -después de varios segundos de silencio, me miro de frente y me respondió

-verá mi amigo, hace tiempo yo pensaba como usted, y por ello me encantaba pasarme los días en el cielo, pero sin poder compartirlo con alguien no es igual, allá solo en las alturas he visto cosas maravillosas, he visitado lugares inexplorados, he volado por los lugares mas extraños de este mundo, pero créame, que cambio todo eso, por una buena conversación con alguien como usted, mi amigo, yo cambiaria todo lo que he visto y vivido, por tener una vida como la que tiene usted

-Al oír estas palabras ya no supe que pensar, en verdad creía este hombre en todo lo que estaba diciendo? Lo extraño es que yo estaba comenzando a creerlo.

-En días como esto -continuo diciendo - en que llueve, las gotas al golpear mi cuerpo hacer que poco a poco comience a descender desde donde estoy y si tengo suerte consigo hacerme de algún sitio, hoy con mucho éxito pude aferrarme a la banca de este parque, y aun más suerte tuve de que se sentara usted a conversar conmigo

-No sé cuanto estuve sentado ahí junto a él, escuchando aquellas increíbles historias que solo él podía contar, de vez en cuando se detenía para saber mi opinión sobre algunos temas, pero después seguí hablando y hablando. No me cansaba de oír tan inigualables aventuras.

-se ha echo muy tarde ya, y creo que es hora de partir -dijo - le pregunté de dónde era o dónde vivía, sólo sonrió y dijo

-Esperemos que el tiempo y el viento algún día nos vuelva a reunir mi estimado amigo - y sin mas, soltó la banca del parque y comenzó a flotar, fue tal mi sorpresa que me levanté tan rápido que caí al suelo y me quedé viendo como seguía subiendo mientras se despedía con una mano, segundos después se había perdido de vista. Tarde varios minutos en levantarme, metí las manos en mis bolsillos y me fui caminando por donde había venido.

Desde aquel momento, en los días lluviosos, suelo salir a mirar hacia el cielo con la esperanza de divisar a aquel increíble hombre que pasa la vida volando por el mundo, esperando encontrar a alguien que quiera como yo, conversar con él.